
La gran dificultad a la que se enfrentaron estos Juegos fue su desarrollo dentro de la Exposición Universal. El comisario
de la misma, Alfred Picard, tenía unas ideas totalmente diferentes a las del
barón de Coubertin; él pensaba que los ideales olímpicos no importaban en
absoluto, todo tenía que estar supeditado al espectáculo de las
manifestaciones. Por esta razón no generaba problema que en las competiciones se juntaran
profesionales con aficionados, incluso se fomentaba su mezcla, para aumentar la curiosidad del espectador. Muchos de los participantes ni siquiera
supieron si estaban compitiendo en una prueba olímpica porque éstas se
presentaban como concursos, festivales y reuniones internacionales, casi siempre con una inscripción abierta.

Los Juegos de París pusieron en riesgo la
continuidad del Olimpismo. Debido a la falta de organización, no hubo ceremonia de
apertura ni clausura y como muchos competidores nunca supieron si participaban
en algún concurso de la feria o en una disputa olímpica, casi no hay
información oficial. Por esta razón no se conocen muchos de los datos sobre los resultados de cada competencia, solo se sabe con seguridad que el ganador de la medalla de oro en la general fue el francés Gustave Sandras.
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