La gimnasia comienza su etapa de declive en el año 393 de
nuestra era, cuando el emperador romano Teodosio I prohibió los Juegos
Olímpicos por considerar que se habían visto impregnados de una creciente
inmoralidad. Sin embargo, fue durante la Edad Media cuando se detuvo la
evolución de la disciplina por completo; se estima que el hecho de que los
gimnastas realizaran sus exhibiciones desnudos generó en los
cristianos la creencia de que era un culto Satánico y por esta razón dejó de
practicarse.
Hacia el año 1700 Europa atravesaba por una época de cambios
de paradigmas que generó diversas crisis como la que surgía de la convivencia
de una educación clásica con los ideales románicos que comenzaron a adquirir
relevancia en la población. Ante esta situación, los escritores más importantes
de la época comenzaron a reconocer el provecho físico y espiritual de la
actividad gimnástica abriendo la posibilidad a la recuperación de su prestigio.

De esta forma, luego del desprestigio que padeció en la Edad
Media, la gimnasia pudo adquirir importancia desde su rol en la educación de
los jóvenes y comienza a desarrollarse como método para un desarrollo integral
de la persona, sin imaginar aun, que un siglo después dirá presente
en el primer Juego Olímpico Moderno.
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